Aspectos psicológicos de la supervivencia en operaciones militares
Martínez Sánchez J.A.
Cap. Psicólogo. Academia General del Aire.
RESUMEN
El
adiestramiento y entrenamiento militar en supervivencia enfatiza la
preparación física y la adquisición de determinados conocimientos
técnicos, concediendo escasa relevancia a la preparación psicológica.
Partiendo de este hecho, en el presente artículo se exponen y analizan
brevemente una serie de factores psicológicos que condicionan y limitan
la adaptación del militar que se ve inmerso en una situación de
supervivencia. Seguidamente se presentan una serie de pautas y medidas
psicológicas que, incidiendo en los aspectos anteriormente señalados,
tienen como objetivo mejorar y favorecer la adaptación del militar a
dichas situaciones, incrementando de esa manera sus posibilidades de
superarlas con éxito.
Palabras clave: Supervivencia, Entrenamiento, Aspectos psicológicos, Estresores, Actitud.
Introducción
Entendemos
por situación de supervivencia aquella en la que un individuo se
encuentra inmerso en un medio generalmente desconocido y adverso1, en el
que deberá subsistir con los recursos que le proporciona el terreno,
manteniendo las condiciones psicofísicas necesarias para sobrevivir2. Un
accidente aéreo, un amerizaje en el mar, quedarse aislado durante la
ejecución de una misión o ejercicio militar son situaciones probables en
la vida de cualquier militar. Por tanto, todo militar necesita aprender
supervivencia para poder afrontar ese tipo de situaciones con
posibilidades de éxito.
La mayoría de cursos, libros y manuales
que enseñan supervivencia se centran en cuestiones técnicas, prestando
poca atención a los aspectos psicológicos. Valga como ejemplo de ello
que, si bien ambos señalan la importancia de dichos aspectos, tanto el
FM 21-763 -manual de supervivencia del Ejército estadounidense- como su
homónimo español el Manual de Enseñanza ME6-0032, apenas dedican un
capítulo a la psicología de la supervivencia. Más curioso es el caso del
Manual de Instrucción sobre Supervivencia del Ejército español,
M17-0024, que ni siquiera menciona estos aspectos.
Sin embargo,
para afrontar con éxito una situación de supervivencia no solo se
requiere unos conocimientos técnicos, sino que es necesario también
poseer y entrenar ciertas habilidades mentales o psicológicas. En
efecto, en supervivencia hay dos grandes aspectos a considerar: el
técnico y el psicológico. El aspecto técnico aparece en todos los
manuales de supervivencia y se refiere a un conjunto de conocimientos y
técnicas necesarias para sobrevivir: construcción de refugios, obtención
de agua y alimentos, medios de orientación y posicionamiento, etc. La
preparación técnica es necesaria, pero no suficiente para salir airoso
de una situación de supervivencia. Un ingrediente clave en toda
situación de supervivencia es la actitud del superviviente3, como lo es
aceptar inmediatamente la realidad de la nueva situación y reaccionar de
manera adecuada5. De hecho, personas bien entrenadas han muerto por
perder la calma y no ser capaz de poner en práctica dicho entrenamiento.
Por tanto, se necesita una preparación psicológica adecuada, basada en
una actitud positiva del individuo y en su deseo de sobrevivir.
Es
precisamente para sobrevivir que el superviviente deberá afrontar y
superar una serie de retos u obstáculos que en última instancia pueden
terminar mermando su moral. Miedo, frío, frustración, hambre, sed,
cansancio, dolor, soledad... son algunos de ellos. Estos obstáculos
generan pensamientos y emociones que pueden convertir a un militar bien
entrenado y seguro de sí mismo en un individuo indeciso e ineficaz, cuya
capacidad para sobrevivir se va a encontrar notablemente disminuida.
Por tanto, todo superviviente debe ser capaz de reconocer la gran
variedad de tensiones a las que se verá sometido, así como de controlar
sus sentimientos y reacciones ante ellas.
En consecuencia, un
entrenamiento adecuado en supervivencia debe abarcar tanto la
preparación técnica como la psicológica. Este artículo se centra en el
aspecto psicológico de la supervivencia.
Aspectos psicológicos a considerar en una situación de supervivencia
Hay una regla básica en supervivencia que marca las limitaciones físicas del ser humano6:
a) "El ser humano es capaz de sobrevivir hasta tres semanas sin comida".
b) "El ser humano es capaz de sobrevivir hasta tres días sin agua".
c) "El ser humano es capaz de sobrevivir hasta tres minutos sin aire".
A
esta regla podemos añadirle una premisa más: "El ser humano puede
perder la vida en tres segundos si no es capaz de mantener la calma".
Efectivamente, en toda situación de supervivencia hay que considerar la
existencia de ciertos factores relacionados con el estado psicológico
del superviviente que condicionan la forma en que se enfrenta a esa
situación. Nos referimos a aspectos como la ansiedad y el miedo, la
culpa, la irritabilidad, la soledad o la depresión. Por otra parte,
otros condicionantes de tipo fisiológico como la sed, el cansancio o el
dolor poseen un fuerte componente vivencial o subjetivo, de modo que la
forma en que el individuo los experimenta o vive se ve muy influida por
su estado psicológico.
Siguiendo un esquema tradicional3, a
continuación se exponen una serie de aspectos psicológicos que
condicionan la actitud y comportamiento del superviviente:
1. Soledad
El
hombre es un ser social, acostumbrado a vivir rodeado de sus
semejantes; pocas personas sienten la necesidad de vivir solos. Además,
vivimos en una sociedad que proporciona pocas oportunidades de poner a
prueba nuestra habilidad para adaptarnos a la soledad, a la ausencia de
los demás y a la falta de apoyo social7. Por otra parte, la formación e
instrucción militar fomenta en buena medida la cohesión y el trabajo en
equipo, es decir, la interacción e interdependencia con los demás. Sin
embargo, en una situación de supervivencia existen muchas posibilidades
de acabar aislado física o psicológicamente, sin posibilidad de recurrir
a la ayuda de otros. En este último caso nos referimos a la llamada
soledad emocional, que se produce cuando pese a encontrarse en un grupo
el superviviente se siente aislado de los demás1. Esta soledad es más
perjudicial desde el punto de vista psicológico, ya que además de los
problemas que origina en el sujeto que se aísla, tiene repercusiones
negativas en el grupo (negativismo, problemas de relación e interacción,
y menor cohesión, etc.).
Por tanto, es fundamental para todo
militar adquirir durante su entrenamiento un elevado grado de
autosuficiencia, que le permita hacer frente a situaciones
caracterizadas por ese aislamiento y en las que deberá desenvolverse por
sí mismo.
2. Culpabilidad
Las circunstancias que llevan a
una persona a una situación de supervivencia pueden resultar trágicas y
dramáticas, como ocurre en caso de accidentes o misiones que implican
bajas amigas3. En estos casos no es raro que el superviviente, al tiempo
que se alegra por permanecer vivo, se sienta afligido por la muerte de
sus compañeros, apareciendo entonces sentimientos ambivalentes: por un
lado sentirse afortunado por haber sobrevivido, por otro experimentar un
sentimiento de culpa por no haber sufrido el mismo destino que sus
compañeros.
El superviviente debe aprender a manejar la
culpabilidad de forma positiva, y no permitir que le arrebate las ganas
de vivir. No hay nada más absurdo que rechazar la posibilidad de
sobrevivir, más aún cuando otros compañeros no lo consiguieron.
3. Ansiedad y miedo
Experimentar
miedo y ansiedad es una reacción normal que se relaciona con el
instinto de conservación y que previene al ser humano contra las
situaciones que valora como amenazadoras para su integridad. En una
situación de supervivencia podemos sentir ansiedad y miedo ante muchos
estímulos: lo desconocido, perdernos, morir, el dolor, nuestras propias
debilidades, etc. Empleados de manera efectiva y controlada, estos
sentimientos pueden impulsar a la persona a enfrentarse a los peligros
que le amenazan, estimulándole a luchar por su supervivencia. El miedo
agudiza los sentidos, nos mantiene alerta y nos prepara para la lucha.
No obstante, cuando el superviviente es incapaz de controlar la ansiedad
y el miedo que experimenta, estas reacciones se convierten y
manifiestan en conductas inadecuadas y desadaptativas (irritabilidad,
agresividad, crisis de pánico o angustia) que pueden impedirle
desarrollar las actividades necesarias para su supervivencia.
La
ansiedad presenta un triple componente -fisiológico, cognitivo y
conductual- que todo militar debe conocer y que se resumen en la Tabla
1.
En una situación de supervivencia, estas manifestaciones
pueden ser desencadenadas por determinados estresores que el militar
debe conocer para poder identificarlos, anticiparse a ellos y
desarrollar estrategias para afrontarlos. Aspectos fundamentales en
supervivencia como la preparación y el entrenamiento, las experiencias
previas, la actitud personal ante la vida y el nivel de autoestima y
autoconfianza van a mediar en la percepción del superviviente acerca de
qué factores son estresantes para él, y cuáles no.
Entre estos desencadenantes de la ansiedad y el miedo podemos señalar3,8:
a) Dolor, enfermedad y muerte. Estar herido o enfermo puede generar
ansiedad en el superviviente, al limitar su capacidad para realizar
determinadas actividades necesarias para subsistir, como encontrar
refugio, obtener recursos, desplazarse, o escapar y defenderse del
enemigo. Por otra parte, no hay nada más paralizante e incapacitante
para el superviviente que el miedo a morir.
b) Incertidumbre y
falta de control. En toda situación de supervivencia predomina la
incertidumbre, causada por la ausencia de información (¿dónde estoy?,
¿qué va a pasar?, ¿me estarán buscando? o ¿cuando me rescatarán?, etc.).
Por otra parte, determinados individuos sienten la necesidad de poseer
el control de todo lo que le ocurre y rodea, de modo que la falta de
control propia de toda situación de supervivencia supone una fuente de
estrés para ellos5.
c) Medio ambiente. Nos referimos a
estresores externos como el miedo a lo desconocido, los agentes
atmosféricos (calor, frío, nieve, lluvia, viento intenso), el terreno
(montañas, pantanos o cenagales, desiertos) o la fauna que habita en la
zona en que se encuentre el superviviente (animales salvajes, insectos y
reptiles peligrosos).
d) Carencia de agua y alimentos, o la dificultad para conseguirlos, supone una importante fuente de estrés.
e) Fatiga. Una situación de supervivencia puede prolongarse durante
días o semanas, exigiendo al superviviente realizar esfuerzos intensos y
prolongados que pueden causarle cansancio y agotamiento. La fatiga se
traduce en una disminución de las capacidades físicas (con
enlentecimiento motor, dificultades de coordinación, etc.) y cognitivas
(disminución de la atención y estado de alerta, aumento del tiempo de
respuesta y de la tasa de errores, etc.) esenciales para la
supervivencia.
f) Aislamiento. Un desencadenante importante
del estrés es que a menudo el superviviente se encuentra solo y debe
confiar únicamente en sus propios recursos para sobrevivir.
4. Fustración
Cuando
una persona fracasa continuamente en sus intentos de lograr determinada
meta corre el riesgo de caer en la impotencia y frustración. Para
permanecer vivo hasta conseguir ayuda, el superviviente debe realizar
determinadas tareas con escasos medios, por lo que resulta inevitable
que cometa errores o que algo salga mal o escape a su control3.
Situaciones frustrantes en supervivencia son las dificultades para
encontrar recursos básicos (alimentos y agua), perderse, condiciones
climatológicas desfavorables (calor extremo, lluvia torrencial), el
terreno inhóspito, la presencia de patrullas enemigas o las limitaciones
físicas provocadas por heridas, cansancio o agotamiento. Tarde o
temprano, el superviviente deberá enfrentarse con la frustración y con
las consecuencias propias de ese estado, como la irritabilidad, la
impulsividad, la agresividad, los comportamientos irracionales y la
desesperanza.
5. Depresión
En una situación de
supervivencia es frecuente experimentar sentimientos de tristeza o
desesperanza. Estos sentimientos no tienen porqué ser negativos, e
incluso pueden impulsar nuestro deseo de sobrevivir con más fuerza. En
cambio, cuando se agravan o se prolongan en el tiempo pueden desembocar
en estados de depresión.
Como es bien sabido en Psicología, la
depresión se relaciona estrechamente con la frustración y la ira. La
persona frustrada se vuelve cada vez más irritable conforme fracasan sus
intentos de alcanzar sus metas, con lo que su frustración aumenta cada
vez más3, estableciéndose así un círculo vicioso que se autoalimenta
hasta que el superviviente se derrumba física, mental y emocionalmente.
Llegado a este punto, pueden aparecen conductas autolíticas y
pensamientos depresivos del tipo "este es el final", "no merece la pena
seguir viviendo" o "no hay nada que pueda hacer".
Medidas psicológicas para afrontar una situación de supervivencia
Una
vez analizados los aspectos anteriores, se proponen una serie de pautas
y medidas psicológicas que nos ayudarán a afrontar una situación de
supervivencia.
1. Tener siempre presente la posibilidad de verse envuelto en una situación de emergencia
Ningún
militar desea verse envuelto en situaciones peligrosas o de
supervivencia, pero estas situaciones tienen un fuerte componente de
sorpresa y se caracterizan por lo inesperado. No se trata de ponerse
siempre en lo peor, ni en dejar que la posibilidad de verse envuelto en
una situación de emergencia domine nuestra vida o actuación profesional.
Pero debemos ser conscientes de la probabilidad de que nos ocurra,
sobre todo en determinados momentos y situaciones como maniobras,
misiones en el exterior o desplazamientos sobre terrenos desconocidos o
inhóspitos.
2. Conocerse a sí mismo
Aunque sorprendente,
la capacidad del ser humano de adaptarse a las nuevas situaciones y
circunstancias cambiantes de su entorno es limitada. Es importante para
todo militar conocer cuál es su capacidad de adaptación y evaluar sus
aptitudes para la supervivencia, lo que le permitirá detectar sus puntos
débiles y desarrollar aquellas habilidades necesarias para sobrevivir3.
Por otra parte, a lo largo de nuestra vida hemos tenido que
enfrentarnos con situaciones que han puesto a prueba nuestra resistencia
y límites psicológicos: grandes esfuerzos físicos, pérdida de personas
queridas, rupturas sentimentales... Debemos analizar estas situaciones
objetivamente, ser consciente de qué sentimos, cómo nos afectaron y
reaccionamos ante ellas, para aprender de la experiencia y mejorar
nuestra resistencia psicológica.
3. Estar preparados
Una
adecuada preparación y entrenamiento en supervivencia es positiva para
todo militar, ya que fortalece el cuerpo y la mente, aumenta su
autoestima y autoconfianza, fomenta la capacidad de improvisación y le
prepara para afrontar con éxito una situación de supervivencia real.
Entrenamiento y preparación marcan la diferencia entre sobrevivir y
morir9. Aunque en relación con otras especies animales, los instintos
humanos se encuentran atrofiados, el hombre cuenta con un arma única: su
capacidad para aprender racionalmente una serie de conductas y
habilidades que podrá ejecutar posteriormente cuando las necesite.
Aplicada a la supervivencia, esta preparación abarca tres aspectos
fundamentales: el técnico, el físico y el psicológico2:
a)
Conocimientos teóricos y técnicos. La adquisición de estos conocimientos
sobre supervivencia y el entrenamiento lo más realista posible
(ejercicios y prácticas de supervivencia), permitirán al militar
aprovechar los recursos naturales y suplir con ellos la falta de equipo
adecuado2. Podemos mencionar el manejo de planos y brújulas, la
orientación nocturna, la construcción de refugios, primeros auxilios,
artes de caza y pesca, etc.
b) Forma física. Poseer una buena
forma física es un factor que confiere mayor probabilidad de
sobrevivir10. Sin embargo, lo peor que le puede ocurrir al superviviente
no es encontrarse en baja forma, sino desconocer sus capacidades
físicas y su nivel de resistencia reales. Por ello, todo militar debe
valorar su fuerza y resistencia de forma objetiva y realista, sin
dejarse influir por marcas o experiencias pasadas. Una vez inmerso en la
situación de supervivencia, las tareas y actividades que realicemos
deberán ser acordes a nuestras capacidades y preparación física, para no
malgastar energías inútilmente.
c) Entrenamiento
psicológico. Hemos visto que el superviviente va a experimentar una
serie de reacciones que pueden incapacitarle o derrotarle en caso de no
ser controladas adecuadamente: miedo, ansiedad, irritabilidad, etc. Pero
utilizados adecuadamente, estos sentimientos y reacciones incrementan
sus posibilidades de sobrevivir, haciéndole más fuerte y seguro de sí
mismo.
4. Adoptar una actitud adecuada y positiva: voluntad de sobrevivir
La
voluntad de resistir y sobrevivir es posiblemente el factor más
importante de la supervivencia2,7,11,12. La historia está repleta de
ejemplos que muestran que la mente y la voluntad tienen la capacidad de
exigirle al cuerpo más de lo que éste puede resistir. A menudo, la
fatiga que sufre un superviviente es una falsa señal que no se debe al
agotamiento real de su capacidad de resistencia, sino a factores
psicológicos como la desesperanza o la frustración que pueden llevarle
al abandono y a la derrota. Es fundamental, por tanto, poseer una
actitud psicológica fuerte que nos permita enfrentarnos sin desfallecer a
la desesperación, la angustia, el tedio, el dolor, el hambre o la
fatiga; sensaciones y sentimientos éstos que, como dijimos
anteriormente, poseen un fuerte componente subjetivo. Esta actitud se
caracteriza por:
a) Una moral elevada. Desde el punto de
vista militar podemos definir moral como un estado de ánimo positivo
hacia el cumplimiento de la misión. En una situación de supervivencia,
nuestra misión es sobrevivir conservando la capacidad operativa, por lo
que mantener la moral elevada contribuirá a aumentar las probabilidades
de supervivencia.
b) El buen humor. Reírse de uno mismo y de
sus circunstancias, aún en condiciones adversas, es una actitud
saludable que influye favorablemente en la supervivencia13.
c) El optimismo. Es importante ver el lado positivo de las cosas, ya que
de todas las experiencias -incluso de las más adversas- se puede
aprender. Con la actitud adecuada, una situación de supervivencia puede
convertirse en una experiencia enriquecedora, una oportunidad única para
explorar nuevas áreas y conocernos mejor. En cambio, una actitud
negativa, caracterizada por el pesimismo, el abatimiento o la derrota
conlleva una disminución de la moral y motivación, con lo que se reducen
también las probabilidades de sobrevivir.
5. Saber reorganizarse y elaborar un plan de acción
Llegado
el momento, es fundamental conservar la calma y recordar los
conocimientos y técnicas aprendidas durante el entrenamiento en
supervivencia. Para ello es recomendable elaborar un plan de acción, que
incluya los siguientes pasos:
1.o No precipitarse. En una
situación de supervivencia es fundamental conservar las fuerzas y
energías, no malgastándolas en actividades poco útiles para el objetivo
de sobrevivir. En este sentido, descanso, sueño y calma son buenos
aliados para el superviviente.
2.o Evaluar la situación de
manera realista, prestando especial atención a aspectos como la
presencia de heridos y de peligros o amenazas para nuestra integridad.
También hay que considerar las posibilidades de desplazarnos a zonas más
adecuadas o propicias para sobrevivir y obtener recursos como agua,
alimentos o fuego. El análisis de la situación debe ser lo más realista y
objetiva posible, ya que mantener unas expectativas irreales puede
conducirnos al desánimo ante el primer contratiempo que surja.
3.o Establecer metas intermedias que nos acerquen al objetivo final de
sobrevivir. Establecer estas metas y centrarnos en alcanzarlas estimula
nuestra creatividad, nos motiva y nos mantiene vivos. Entre estas metas
intermedias están colocar marcas o señales que faciliten el rescate,
buscar o construir un refugio donde resguardarse, o conseguir agua,
alimentos u otros recursos que pudiéramos necesitar.
4.o
Realizar un mapa mental de la zona en la que nos encontremos, atendiendo
a la topografía y fisiografía del lugar y a la presencia de puntos
característicos en el terreno como accidentes geográficos (collados,
cumbres, valles), el tipo de vegetación, construcciones o elementos
artificiales (excavaciones, sendas, pistas), relieve (curvas de nivel),
presencia de elementos característicos (árboles derribados, rocas con
formas curiosas), etc. Ello será de gran utilidad si hemos de alejarnos
del lugar donde hayamos instalado el campamento para explorar el entorno
o buscar agua o alimentos.
6. Controlar el miedo
La
supervivencia depende en gran medida de la habilidad para manejar
adecuadamente el estrés propio de la situación. En consecuencia, todo
militar debe entrenarse para autocontrolar sus miedos, para percibirlos
como algo natural y útil, y poder desenvolverse bajo sus efectos.
Algunas medidas efectivas para ello son:
a) Fomentar una
preparación adecuada y un entrenamiento realista en supervivencia, que
permita adquirir los conocimientos y habilidades necesarios para
aumentar nuestra confianza y seguridad en nosotros mismos.
b)
Aceptar que el miedo es una reacción normal y positiva para la
supervivencia, por lo que es importante aprender a reconocer los propios
miedos y ser consciente de cómo pueden afectarnos en esa situación.
c) Confiar en sí mismo y en las propias posibilidades7. A menudo, en
supervivencia habremos de confiar exclusivamente en nosotros mismos, en
nuestros propios recursos, capacidades y habilidades para sobreponerse a
las adversidades y sobrevivir.
d) Mantenerse constantemente
atentos a lo que ocurre alrededor, para anticipar prevenir y detectar la
existencia de posibles amenazas, riesgos y peligros.
e)
Aplicar la sensatez y no dejar que la imaginación nos juegue malas
pasadas. Muchos de nuestros miedos son tan infundados que no resisten al
análisis de la lógica. Así, los animales salvajes rara vez atacan al
hombre, más bien los evitan; y la mayoría de ruidos nocturnos, por muy
amenazantes y peligrosos que nos puedan parecer, son solo ruidos.
f) Mantener el buen humor es un buen antídoto contra el estrés, la ansiedad y el miedo.
g) Por último, existen técnicas psicológicas de probada eficacia en
el control de la ansiedad, como la relajación, detención del
pensamiento, autoinstrucciones e inoculación de estrés.
7. Adaptarse a la nueva situación
La
creatividad, la capacidad de improvisación y adaptación son aspectos
claves en toda situación de supervivencia1,14. En estas situaciones,
caracterizadas generalmente por un medio desconocido y hostil en el que
las posibilidades de acceder a recursos están limitadas, deberemos usar
nuestra imaginación y habilidad de improvisar para adaptarnos con
éxito7.
Por otra parte, no hay dos situaciones de supervivencia
iguales. No es lo mismo intentar sobrevivir en el desierto que hacerlo
en un bosque tropical, ni todo se puede aprender en cursos o manuales.
Generalmente, aprendemos unas habilidades básicas que después habremos
de poner en práctica en la situación de supervivencia específica en
función de sus peculiaridades y características. Es decir, habremos de
introducir modificaciones sobre los conocimientos adquiridos,
adaptándolos a la situación, lo que requiere grandes dosis de
flexibilidad, creatividad y facilidad para improvisar y solucionar
problemas.
8. Mantenerse ocupado
Dado que somos seres
sociales, acostumbrados a relacionarnos y desenvolvernos en grupos, el
aislamiento, la soledad y el aburrimiento merman nuestras posibilidades y
deseos de sobrevivir, conduciéndonos a la desesperanza. Para evitarlo,
es fundamental tener ocupada la mente en actividades y tareas que
aumenten nuestras probabilidades de sobrevivir: cuidar la higiene
personal, recolectar alimentos, preparar señales para ser rescatado o
mejorar la habitabilidad del refugio15. Otras actividades para
mantenerse ocupado pueden ser elaborar un plan de actividades que nos
imponga disciplina al cuerpo y la mente (asearse, mantenerse en forma,
practicar relajación, o buscar comida, etc.) o llevar un diario en el
que anotar datos importantes de lo que nos acontece. En definitiva, se
trata de evitar por todos los medios caer en la desesperación,
realizando cualquier tarea que nos mantenga distraído u ocupado.
Conclusiones
Aprender
supervivencia es un requisito fundamental para todo militar, ya que a
lo largo de su vida profesional se va a ver implicado en una serie de
misiones y operaciones que pueden desembocar en una situación de
supervivencia: participar en misiones de paz o interposición de fuerzas,
maniobras, ejercicios militares, enfrentarse con desastres naturales.
La
mayor parte del adiestramiento y entrenamiento militar en supervivencia
se centra en la preparación física y en la adquisición y desarrollo de
una serie de habilidades o destrezas técnicas necesarias para
sobrevivir, como construcción de refugios, obtención de alimentos,
orientación, etc. Dicho entrenamiento apenas tiene en consideración
diversos aspectos psicológicos cuya presencia es inherente a toda
situación de supervivencia, como la ansiedad y el miedo, la soledad o la
desesperanza. Sin embargo, la experiencia ha demostrado la importancia
de estos aspectos, que a menudo limitan y dificultan la adaptación del
superviviente, convirtiéndose en poderosos enemigos de la supervivencia.
Por ello, todo militar debe conocer estos aspectos y ser consciente de
su importancia para poder identificarlos, prevenirlos y saber
enfrentarse a ellos. A este respecto se ha propuesto una serie de
medidas y pautas de conducta cuyo objetivo es aumentar las posibilidades
de supervivencia. Estas medidas giran en torno a la necesidad de que,
dada la naturaleza de las misiones y operaciones que le pueden ser
encomendadas, el militar sea conciencie de la posibilidad de verse
envuelto en estas situaciones y se conozca a sí mismo, sus límites
físicos y psicológicos. Este es el primer requisito de un adecuado
entrenamiento en supervivencia, entrenamiento que debe incluir también
una preparación física, técnica y psicológica, que posibilite al militar
afrontar una situación de supervivencia. Para ello deberá poner en
marcha un conjunto de estrategias y conductas que, impulsadas por una
actitud positiva y un fuerte deseo de sobrevivir, le permita superar la
adversidad y adaptarse a la nueva situación.
En consecuencia, el
entrenamiento militar en supervivencia debería otorgar mayor relevancia a
la influencia de las variables psicológicas y a la preparación
psicológica del combatiente. A ello puede contribuir en buena medida la
Psicología Militar, no solo en la vertiente docente y asistencial, sino
también en el fomento y elaboración de estudios e investigaciones sobre
la influencia de los aspectos psicológicos en las situaciones de
supervivencia, la vulnerabilidad psicológica ante estas situaciones, o
la importancia de los estilos de afrontamiento, etc.
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